Se trata de roble marcescente, es decir, sus hojas secas permanecen en el árbol durante el invierno hasta que, en primavera, las nuevas las empujan y caen. Estas hojas son alargadas, con marcados lóbulos y aterciopeladas. Las flores son amarillentas, pequeñas y poco aparentes, crecen en racimos colgantes denominados amentos. Su fruto es una bellota globosa y amarga, con un pedúnculo corto, que no hay que confundir con las frecuentes agallas esféricas, que son tumoraciones para defenderse de las larvas de varios insectos.
El rebollo puede formar bosques extensos, compartiendo espacio o no con otras especies, siempre en suelos básicos, de naturaleza calcárea.
Por la calidad de su madera ha sido explotado para la construcción civil y naval, para la obtención de leña y la fabricación de carbón vegetal.
A nivel internacional tiene no se encuentra en peligro de extinción, estando categorizado con estado de “Preocupación menor”.